23
Ene
Los falsos mitos sobre el aprendizaje y el papel del cerebro en este proceso son afirmaciones erróneas o engañosas que surgen, ya sea de malas interpretaciones de resultados científicos, o de ideas históricamente asumidas como ciertas, pero cuyo origen es incierto y que nadie, hasta ahora, se ha molestado en comprobar. ¡Ojo! Estos mitos no siempre son totalmente falsos, y esa parcialidad los hace aún más difíciles de desmontar.
Estos mitos son populares y persuasivos porque son fáciles de entender y, en muchos casos, presentan una lógica interna aparentemente impecable. Esto contribuye a que las personas se sientan cómodas aceptándolos como verdades. Sin embargo, el cerebro es demasiado sofisticado como para ofrecer siempre respuestas simples a cuestiones complejas.
En los últimos años, numerosos científicos y divulgadores se han propuesto erradicar estos “neuromitos” y detener su transmisión de una generación a otra, incluso entre los profesionales de la formación.
A continuación, repasamos algunos de los mitos más populares y arraigados.
Mito 1: Cada uno tiene un estilo de aprendizaje dominante
No es cierto. El bioquímico Frederic Vester afirmó en 1975 que cada persona tiene un “modo preferido de aprendizaje” (visual, auditivo o cinestésico) y que, si los contenidos se adaptan a ese modo, el aprendizaje será más efectivo. Esta idea se basa en la creencia de que la información visual, auditiva y cinestésica se procesa en áreas cerebrales separadas, aunque en realidad están interconectadas.
Sin embargo, se ha demostrado que al aplicar diferentes técnicas pedagógicas (visuales, auditivas o motoras) a un mismo grupo de alumnos, los resultados no varían significativamente. En lugar de destacar según su supuesto estilo de aprendizaje, siempre sobresalen los mismos estudiantes. Esto indica que las diferencias en los resultados dependen más de los conocimientos previos, las habilidades cognitivas y la motivación que del estilo de aprendizaje. Además, cualquier contenido se aprende mejor cuando combina múltiples modalidades sensoriales.
Mito 2: Estudiar con música clásica favorece el aprendizaje
Es cierto que puede resultar más agradable, pero no hay pruebas concluyentes de que potencie el aprendizaje. Este mito surge de un estudio publicado en 1993 por Rauscher y colaboradores, que afirmaba que la música de Mozart incrementaba el cociente intelectual. Sin embargo, ningún otro estudio ha logrado replicar estos resultados, y un metaanálisis realizado por la Universidad de Viena en 2010 descartó efectos significativos de Mozart sobre la inteligencia.
Cuando aprendemos, utilizamos la “memoria de trabajo”, un espacio mental limitado donde procesamos, relacionamos y memorizamos información. La capacidad de esta memoria es restringida, y su eficiencia depende de la atención. Cualquier estímulo externo, como la música, ocupa espacio en esta memoria de trabajo. Aunque, si la alternativa es el ruido o la distracción ambiental, la música puede ser una opción más favorable.
Mito 3: Aprender “haciendo” siempre favorece el aprendizaje
Este mito tiene un matiz importante: aprender haciendo no es lo mismo que aprendizaje activo. El primero implica actividad física (manipular objetos, interactuar con personas), mientras que el segundo requiere actividad cognitiva: reflexionar, relacionar, imaginar ejemplos, etc.
Por ejemplo, leer puede ser una experiencia de aprendizaje activo si, durante la lectura, pausamos, reformulamos lo aprendido o buscamos aplicaciones prácticas. Por otro lado, realizar una actividad práctica sin entender su propósito no necesariamente genera aprendizaje, aunque estemos “haciendo”.
Mito 4: Cada hemisferio cerebral aprende de forma distinta
No hay evidencia que respalde esta creencia. No existen “alumnos del hemisferio izquierdo” (lógico y analítico) o “del hemisferio derecho” (intuitivo y creativo). Ambos hemisferios trabajan en conjunto, conectados por cientos de miles de axones que integran sus funciones. Aunque en algunos procesos predomine un hemisferio, esta predominancia no es lo suficientemente categórica como para asignarles funciones exclusivas ni para sugerir que puedan operar de forma independiente. Aprendemos con todo el cerebro.
Mito 5: El cerebro detiene su desarrollo al principio de la edad adulta
Esta afirmación, que muchos aprendimos en la escuela, es incorrecta. Las neuronas son capaces de regenerarse y establecer nuevas conexiones incluso en la vejez, especialmente en áreas específicas del sistema nervioso, como el hipocampo, situado en el centro del cerebro.
Mito 6: El azúcar disminuye nuestra capacidad de atención
No hay evidencia científica que respalde este mito en términos de rendimiento intelectual. Su origen probablemente se encuentra en investigaciones iniciales sobre el consumo de azúcar y el Trastorno por Déficit de Atención (TDAH).
Otros mitos comunes
Existen muchos otros mitos sobre el cerebro y el aprendizaje, como:
- Solo usamos el 10% de nuestro cerebro.
- El cerebro encoge si no bebemos al menos dos litros de agua al día.
- Podemos aprender mientras dormimos.
Estos mitos simplifican, distorsionan o reinterpretan la realidad. Los formadores, al ser víctimas y transmisores de estas creencias, pueden perjudicar sin intención el aprendizaje de sus alumnos. Por ello, es fundamental que los profesionales de la formación basen su trabajo en certezas científicas y no en suposiciones.
Nuestra metodología diferencial basada en la práctica intensiva con simuladores IA permite acelerar el aprendizaje de los alumnos, los engancha, y permite obtener métricas objetivas del impacto alcanzado.
Si quieres recibir más información, mándame un correo a hola@practikalia.com
También puedes visitar www.practikalia.com para profundizar en nuestra metodología.