Los directivos y la digitalización: aquí hay amor

La transformación digital en las empresas es un fenómeno creciente e ineludible. El big data, la inteligencia artificial (IA) y el análisis predictivo ofrecen grandes oportunidades para mejorar la toma de decisiones basadas en datos, pero a menudo se descuidan las implicaciones de esto para los directivos, que son quienes deben acarrear con las consecuencias de estos avances. De pronto, tienen que aprovechar estas herramientas, comprender los datos y asumir la responsabilidad de las decisiones.

La mayoría de los directivos valora la mejora en la calidad de la información que les brinda la digitalización y el efecto que esto tiene en sus decisiones. Por lo general, se sienten más competentes y seguros en su organización. De hecho, existe el peligro de sacralizar el cambio, es decir: sobreestimar el poder de la tecnología y dar por hecho que la información digital es siempre precisa y aplicable, obviando que hay ámbitos y situaciones en los que no lo es. Por ejemplo: cuando se trata de tomar decisiones estratégicas o buscar soluciones a problemas complejos, recurrir únicamente a datos cuantitativos resulta casi siempre insuficiente. El exceso de confianza en la tecnología puede llevarnos a simplificar problemas complejos y, paradójicamente, empeorar la calidad de nuestras decisiones.

Para un directivo es fácil caer en la tentación de convertir el big data en su nuevo cetro de poder y subestimar los riesgos asociados a su aplicación como dogma de fe. Por poner otro ejemplo: en decisiones en las que el tiempo es un punto crítico para asegurar la efectividad, el directivo cegado por las posibilidades del big data puede olvidar que los análisis complejos no son, precisamente, sinónimo de rapidez. Estos requieren habilidades técnicas y una adecuada interpretación de los datos en un contexto específico, todo lo cual puede ralentizar el proceso de toma de decisiones y paralizar al directivo.

Por otra parte, cuando todo el poder se concentra en manos de los directivos y la toma de decisiones se centraliza en exceso, es común que la desmotivación se extienda por los niveles inferiores de la organización. La creatividad, el pensamiento cualitativo y el saber basado en la experiencia se ven relegados en una cultura empresarial obsesionada con los datos. Algunos directivos, especialmente aquellos cuyo liderazgo es deficiente, pueden recurrir al micro-management y la gestión del detalle, lo que resulta en más información, pero todavía menos libertad y un espacio más reducido para la innovación y el crecimiento.

Las condiciones para una digitalización exitosa

Lo cierto es que la digitalización es una fuerza transformadora que afecta íntegramente a toda la organización, pero para poder explotarla con garantías de éxito es necesario atender ciertos consejos:

1.    Comprender los límites de la digitalización

El big data o la IA son herramientas que pueden enriquecer enormemente los procesos de toma de decisiones, pero no pueden sustituir el juicio humano. En manos del directivo está decidir qué datos reunir, qué tipo de análisis hacer, qué acciones llevar a cabo…

2.    Capacitar al directivo en el análisis e interpretación de datos

Para sacar conclusiones válidas es imprescindible conocer conceptos como inferencia causal, error de predicción, sesgo estadístico, muestra válida y fiable, etc. El directivo debe saber hacer las preguntas correctas y entender las respuestas que obtiene. 

3.    Ser conscientes de los posibles sesgos en los resultados

Las herramientas digitales cargan con las creencias, expectativas y sesgos de sus diseñadores. Los algoritmos los diseñan personas. Esto se hace especialmente patente en las máquinas diseñadas para aprender de la interacción con usuarios. El caso de Tay puso de manifiesto que, sin una adecuada programación, un chatbot no necesitaba más que unas horas en Twitter para convertirse en “el bot racista y homófobo de Microsoft”.

4.    Fomentar el análisis de datos en áreas que tengan información sin explotar

Todas las áreas, sucursales, departamentos, etc. que tengan información sin explotar pueden beneficiarse del análisis de datos. Los resultados que se obtengan pueden arrojar a su vez, información reveladora para los análisis de la compañía.

La toma de decisiones basadas en datos debe promoverse en toda la organización. Hay que involucrar a todos por igual: tanto a los responsables locales, como a los altos directivos.

5.    Capacitar a la Alta Dirección en la toma de decisiones efectivas

No basta con saber interpretar los sistemas analíticos. Se debe poder llegar a conclusiones efectivas que incorporen la intuición y la experiencia y evitar, de esta forma, la tan frecuente “parálisis por el análisis”. 

6.    Usar las herramientas digitales para colaborar y mejorar la innovación

Mejorar la colaboración entre personas con diferentes funciones, en diferentes lugares, no es tanto un consejo para que la digitalización sea exitosa, como un fin que se persigue con la digitalización. No hay que olvidar que la innovación surge del esfuerzo colaborativo. Pues bien, se trata de aprovechar las herramientas digitales para avanzar en esta dirección.

7.    Capacitar a los responsables de equipos en estilos de liderazgo desarrollativo

Esta capacitación permite evitar que la digitalización devenga en un abuso del micromanagement y el estilo directivo, que tanto desmotiva a los equipos. 

Como conclusión, nos queda claro que las enormes ganancias potenciales de la digitalización a menudo no salen gratis. Las herramientas digitales, como cualquier otras, se pueden usar bien o mal. Saber cómo y cuándo usarlas supone complementar, no sustituir, el juicio humano.

En resumen, la digitalización es una oportunidad para mejorar la eficiencia, la efectividad y la colaboración, siempre y cuando se aborde con un enfoque equilibrado y consciente.

Las herramientas digitales se pueden usar bien o mal. Saber cómo y cuándo usarlas pasa por entender que son un complemento, nunca un sustituto, del juicio humano.

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