La inteligencia artificial (IA) ha sido, sin duda, uno de los grandes hitos tecnológicos de los últimos años. Son muchos los que ponen su utilidad en entredicho –e incluso los que recelan de sus bondades– apuntando a una distópica “revolución de las máquinas”. Pero lo cierto es que esta tecnología es parte ya de nuestro entorno, y debemos comenzar a incorporarla en los procesos de cualquier organización si no queremos quedarnos atrás. Y es que esta herramienta puede aportar ventajas competitivas en casi cualquier área de una compañía, entre ellas, la formación.

Pero, ¿qué novedades trae la inteligencia artificial y por qué puede ayudar a formadores y aspirantes? Pues bien, pasemos a analizar las principales aplicaciones de esta tecnología en el área de Learning & Development.

1. Formación personalizada

Una de las características esenciales de la IA es el análisis automatizado de ingentes cantidades de datos. Esto permite identificar las necesidades formativas de un usuario en base a sus funciones y su potencial de mejora, en lugar de ofrecer una enseñanza estandarizada.

2. Mejora del trabajo en equipo

Lo anterior redunda en una mejor identificación de fortalezas y debilidades individuales, lo que permite crear equipos cuyos miembros tengan habilidades o aptitudes complementarias. De esta manera se crean mejores sinergias de retroalimentación y espíritu de trabajo en equipo.

3. Eliminar procesos mecánicos y repetitivos

Otra de las ventajas de la capacidad analítica de la IA es que puede ser fácilmente entrenada para realizar tareas repetitivas, minimizando así las posibilidades de error. Esto libera a los profesionales de la formación de una serie de tareas administrativas, que forman parte necesaria del proceso de enseñanza sin intervenir propiamente en la actividad docente.

4. Asegurar una evaluación más justa

La automatización de algunos tipos de evaluaciones puede suponer una importante ventaja, ya que todo ser humano incurre en sesgos inconscientes en base a su propia situación y a su percepción de la persona evaluada. En este sentido, la IA supone una unificación de los criterios, favoreciendo la objetividad de los procesos de evaluación, siempre que los primeros también lo sean claro está.

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5. Mejora en la efectividad de la formación

La formación de habilidades interpersonales –como las comerciales, de gestión de personas, la atención al cliente…– requiere poner el foco en la práctica. Y es que nadie consigue cambiar un hábito sin entrenar. Por este motivo, no es fácil conseguir resultados utilizando las metodologías online habituales.

Sin embargo, la IA ha permitido recrear entornos virtuales en los que los alumnos practican habilidades a través de Internet. Gracias a su realismo, los resultados obtenidos superan ampliamente incluso a los que se logran mediante la formación presencial, con las ventajas añadidas de una implantación rápida, económica y muy efectiva.

6. Atención 24 horas

Los chatbots son una herramienta que ya utilizan muchas empresas y entidades de cualquier ámbito, y que tienen una importante ventaja: no necesitan descansar. La IA puede resolver –en cuestión de segundos– muchas de las incógnitas que resultan habituales para los empleados que forman parte de un proceso formativo, con tan solo efectuar una búsqueda en su base de datos.

7. Aumento del compromiso con la formación

La personalización y la “gamificación” pueden ayudar a que los procesos formativos sean más atractivos y consigan mayores niveles de motivación y compromiso. Evitar que el aprendizaje resulte monótono es esencial, y desde los departamentos de L&D se debe tratar de incorporar cualquier herramienta que contribuya a dinamizarlo.

Pese a estas ventajas –y quizás por su propio nombre–, la inteligencia artificial puede provocar desconfianza entre los miembros de una organización. Para paliarla, se hace necesario saber transmitir adecuadamente tres elementos que la caracterizan:

  • Transparencia. Los empleados deben recibir la información necesaria para dejar de ver la IA como una potencial amenaza, y empezar a percibirla –como la herramienta que es– como una parte de todos los procesos.
  • Confianza en los líderes. Gran parte de esa desconfianza en la tecnología está fundamentada en una falta de cercanía entre los líderes que impulsan el cambio tecnológico y los trabajadores que lo acatan. Una relación estrecha entre ambos puede ser muy beneficiosa a la hora de trasladar a todos los miembros de la organización las potenciales mejoras que la IA puede incorporar a las formas de trabajar y de aprender.
  • Confianza en sí mismos. Ser capaz de adoptar el cambio tecnológico pasa por un componente personal importante. No todas las personas tienen la misma disposición o proactividad ante los cambios de cualquier tipo. Un liderazgo transparente y cercano lleva a que los empleados cultiven la confianza en sí mismos a la hora de emprender un nuevo proceso de aprendizaje impulsado por la IA.

Así, parece indudable que las tecnologías basadas en inteligencia artificial favorecen el desarrollo de todo tipo de programas de formación; y la clave del éxito –como suele ser habitual– se encuentra en saber aplicarlas de la manera adecuada.