16
Jan
¿Por qué hay gente que hace que parezcan fáciles cosas que no lo son en absoluto? ¿Y cómo son capaces de hacerlo de forma tan natural, tan fluida, que parezca que han nacido con esa destreza? Desde manejar una katana, bailar o hacer malabares hasta hablar en público o negociar, las habilidades que se necesitan para alcanzar la excelencia se han aprendido, practicado y convertido en hábitos, bien sean motores, intelectuales o conductuales.
Los hábitos que nos interesan aquí son esos patrones automáticos de conducta que, asociados a un objetivo y en un contexto determinado, nos hacen actuar siempre de una determinada manera sin que apenas nos demos cuenta. Y eso ocurre precisamente porque los hemos automatizado, como conducir o prepararnos un café: apenas pensamos en lo que estamos haciendo, pero lo hacemos bien. Esto es así para economizar energía y permitir una respuesta rápida y eficiente ante estímulos externos. Más de un 95% de nuestros comportamientos son automáticos. Los hacemos de forma inconsciente. Es una protección de nuestro cerebro: experimentos científicos han demostrado que si redujéramos un 2% nuestros automatismos, el cerebro colapsaría.
¿Cómo se forman los hábitos en nuestro cerebro?
Cuando se nos presenta un estímulo, reaccionamos de una determinada manera. Si esta secuencia se repite una y otra vez, se fija en nuestra memoria -esa que llamamos “memoria procedimental”, porque retiene los procedimientos para resolver situaciones- y se activará automáticamente al encontrarse con el estímulo relacionado, sin necesidad de una decisión consciente.
Esto es así porque una misma respuesta utiliza una misma conexión sináptica (es decir, siempre busca el mismo “puente” entre neuronas), y cuanto más se repita esa manera de responder más robusto se hace el puente. Cuando aprendemos habilidades profesionales (negociar, vender, dirigir un equipo, etc.) tenemos un objetivo final, más allá de descubrir y entender la manera más efectiva de actuar: ese objetivo es crear esos puentes sólidos que nos permiten elegir y automatizar la respuesta más adecuada en cada caso. Es entonces cuando nos convertimos en expertos.
¿Cómo se consigue esto? Repitiendo las conductas una y otra vez (lo que siempre hemos llamado “práctica” o “entrenamiento”), aunque también estén muy influidas por los refuerzos que se reciben tras realizar la acción (por ejemplo, sensación de bienestar después de realizar la acción, reconocimiento de terceros, etc.). Por tanto, la formación de hábitos no solo depende de asociar estímulo y respuesta y de repetirla una y otra vez, sino de las consecuencias que siguen a la acción.
Esta es la razón por la que la mayoría de métodos de formación tradicional fracasa. En el sentido de que no consiguen modificar los hábitos de los alumnos. Carecen de la práctica suficiente para poder construir nuevos hábitos. Los alumnos entienden los conceptos, pero no cambian. Conclusión: el impacto de la formación es igual a cero.
¿Qué es eso de la neuroplasticidad?
Es la capacidad del cerebro para reorganizarse formando nuevas conexiones neuronales. En términos de neurociencia, se trata de formar nuevas asociaciones y reorganizar los circuitos neuronales, aunque también de modificar la eficacia de las conexiones.
Es lo que nos permite aprender cosas que no sabíamos o modificar hábitos arraigados para sustituirlos por otros, algo muy importante cuando hemos adquirido hábitos erróneos o desadaptados. Es lo que se ha llamado siempre “desaprender” para volver a aprender. Además, esta capacidad existe a todo lo largo de nuestro ciclo vital, y no solo en los grandes momentos del desarrollo como la niñez.
La neuroplasticidad hace posible, por ejemplo, recuperar funciones perdidas por causa de una lesión o un derrame cerebral, o modificar pensamientos y conductas al tratar patologías o adicciones. En cualquier caso -y es lo que a nosotros nos importa- también es la base del aprendizaje de conductas y habilidades en entornos de desempeño profesional.
Aplicar las técnicas que aprovechan la neuroplasticidad depende del objetivo que tengamos. En nuestro ámbito profesional las técnicas que focalizan el esfuerzo del alumno en la práctica repetida, son las que consiguen impactar comportamientos.
Incorporando hábitos mediante la simulación virtual
Apoyándonos en las bases neurocientíficas del aprendizaje, en Practikalia Experience hemos apostado, como método de entrenamiento, por la simulación virtual. Algunos de los principios que la neurociencia ha establecido en este campo (y que quizá no conozcas) nos marcan el camino para optimizar este entrenamiento formativo:
- La inmersión orquestada, es decir, programar las oportunidades para que el aprendizaje se dé. Es algo que la simulación proporciona desde su misma concepción, la inmersión del alumno en las situaciones ante las que ha de generar soluciones.
- La atención relajada, que pone al alumno ante situaciones suficientemente desafiantes como para generar un nivel de estrés adecuado, que ayude a adquirir y fijar las respuestas, evitando al mismo tiempo el estrés excesivo.
- El procesamiento activo, es decir, comprender y responder al entorno al mismo tiempo que se interactúa con él, y reflexionar después sobre lo experimentado.
- El feedback dirigido. Proporcionar al alumno, de forma continua y precisa, la realimentación necesaria para que pueda ir corrigiendo sus errores y fortaleciendo sus aciertos.
¿Suenan raros estos principios? Conectan directamente con el sentido común, ya que, de una manera u otra, se vienen teniendo en cuenta en la práctica formativa desde hace mucho tiempo.
En resumen, los hábitos juegan un papel crucial en nuestra vida, y no solo la profesional. Sabemos qué hábitos nos benefician y hemos de adquirir, pero quizá no tanto aquellos que necesitan ser modificados. Encontrar el camino para hacer posible este crecimiento en nuestra vida profesional (y personal) se hace imprescindible si queremos, y necesitamos, responder mejor al entorno. La práctica intensiva de los nuevos comportamientos es la clave del éxito.
Nuestra metodología diferencial basada en la práctica intensiva con simuladores IA permite acelerar el aprendizaje de los alumnos, los engancha, y permite obtener métricas objetivas del impacto alcanzado.
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