Poco a poco, en las empresas, la formación eLearning le va ganando terreno a la formación presencial. Pero ¿saben los responsables del departamento cómo elegir las acciones formativas que mejor resuelvan las carencias que necesitan cubrir, las que mejor se adapten a sus objetivos y las que motiven más a los empleados a completarlas?


¿Recuerdas la pandemia de hace unos años? En aquel momento, durante la cuarentena, muchos se lanzaron a ocupar su tiempo desesperadamente. Se agotaron la harina y el papel higiénico y proliferaron perfiles en redes sociales que ofrecían un sinfín de consejos y tutoriales. Por supuesto, también surgieron grandes oportunidades en teleformación.

Pero las prisas y la improvisación no son buenas y muchas de estas acciones formativas hechas rápidamente con el fin de aprovechar la oportunidad del confinamiento, carecían de suficiente calidad. En su momento esto fue, y sigue siéndolo, un problema para las empresas que desean ofrecer formación a sus empleados, porque estos cursos, al final, crean unas expectativas que no acaban de cumplir. Decepcionante, ¿verdad?

¿Por qué ocurre esto? A menudo, pensamos en las acciones de eLearning como un mero repositorio de materiales didácticos con un mínimo de interactividad y que cada uno después autogestiona como puede o quiere. Sin embargo, para que sea eficaz, esta metodología debe ser considerada como un todo en el que se integre la parte informativa, es decir, todos los conocimientos que el alumno debe adquirir, una parte práctica para que afiance esos conocimientos, una parte colaborativa en la cual poder aplicar y compartir sus nuevos conocimientos y una retroalimentación que le permita comprobar sus avances. Todo ello favorecerá el compromiso del alumno con la acción formativa, su motivación y sus resultados.

¿Pero cómo puedes saber que una acción formativa concreta es justo la que necesitas? ¿Cómo puedes estar seguro de que vas a sacarle el máximo provecho?

Lo primero que debes hacer es formular las preguntas adecuadas: ¿Qué necesitan los destinatarios de la formación? ¿Cómo van a utilizar los conocimientos que van a adquirir? ¿De qué manera aprenderán mejor?

La primera pregunta parece la más obvia y sencilla de responder. Los alumnos pueden necesitar aprender algo nuevo o actualizar sus conocimientos. Si tienes esto claro, es decir, si identificas bien las carencias, podrás localizar correctamente los contenidos que necesitas para cubrirlas.

También debes tener claro hasta dónde necesitarán profundizar y la modalidad que mejor se adapta a los contenidos que necesitan.
Y esta respuesta nos lleva directamente a la segunda pregunta, cómo van a utilizar lo que aprendan, ya que no es lo mismo hacer un curso para ampliar unos conocimientos que otro para resolver problemas puntuales, para actualizar herramientas…

Finalmente, para dar respuesta a la pregunta acerca de cómo aprenden mejor las personas, debes tener en cuenta que hay diferentes tipos de alumnos. Unos prefieren ir despacio, paso a paso, profundizando en cada punto. Otros, sin embargo, prefieren empezar a practicar desde el principio, sin detenerse demasiado en la teoría. También hay otros que prefieren trabajar en grupo o recurrir al tutor para resolver sus dudas en el momento en que se generan.

Qué difícil resulta seleccionar una formación adecuada dependiendo de los destinatarios, ¿verdad? ¡Más aún si con la acción formativa pretendes modificar conductas afianzadas!

 

¿Qué puedes hacer en ese caso?

Lo primero que debes tener claro es qué conductas quieres modificar, eliminar o adquirir y tendrás que poner el foco en la práctica. Además,  piensa que una mera interactividad es del todo insuficiente. En estos casos, los simuladores con IA son la solución más adecuada.

Recuerda que no debes dejarte llevar por expectativas poco realistas acerca de lo que vas a conseguir usando únicamente una acción formativa.  Es en este momento cuando también debes revisar tu presupuesto. ¿Es suficiente para conseguir los cambios que quieres incorporar? ¿Será necesario contar con algún experto que resuelva dudas? ¿Quizás necesitas recursos específicos?

Finalmente, debes tener en cuenta la cantidad de contenido, así como los plazos para finalizar el curso. No olvides que un exceso de información puede ser tan malo como su escasez… ¿Cuántas horas pueden dedicar los alumnos? Y el curso… ¿Qué plazos de entrega o de finalización tiene? ¿De cuántas actividades consta? ¿Son individuales o hay que realizarlas en grupo? ¿Qué sistema de evaluación emplea? ¿Cuál es la modalidad del curso? ¿Es blended learning o mixta? ¿Se puede hacer con móvil o tableta? ¿Se trata de microlearning destinado a problemas específicos?

Para colmo, como proveedores de contenidos nos enfrentamos a otras dificultades completamente imprevisibles como, por ejemplo, que el profesional responsable de la formación de nuestro cliente sea sustituido, por el motivo que sea, por alguien con un enfoque totalmente diferente o que surja alguna necesidad interna que afecte a la dedicación de los alumnos.

Recuerda la ley de Murphy: si algo puede salir mal…

En resumen: para saber qué acción formativa te conviene, lo primero que debes saber es exactamente qué necesitas. Puede parecer algo obvio, pero a menudo nos pasa que no sabemos lo que estamos buscando. Y así, mal lo vamos a encontrar, ¿no crees?
Y recuerda: la tendencia dominante es la de emprender acciones formativas cada vez más cortas, más específicas y centradas en la práctica. ¡Y no olvides que cada vez más buscamos convertir el aprendizaje en una actividad divertida! Es lo que se conoce como Edutainment: Education + Entertainment.
 


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